Estamos leyendo.... Romeo y Julieta (William Shakespeare)

En Calatayud, Ejea, Illueca y Tarazona


domingo, 15 de mayo de 2011

“Soy hijo del camino, caravana es mi patria y la vida la más inesperada travesía”...


¿Pero no es esto, en cierto modo, lo que estoy haciendo: qué he ganado, qué he perdido, qué he de decirle al Supremo Acreedor? Me ha prestado cuarenta años que he ido dispersando a merced de los viajes: mi sabiduría ha vivido en Roma, mi pasión en El Cairo, mi angustia en Fez y en Granada vive aún mi inocencia”.

Hasan, hijo de Mohamed al-Wazzan, “al-Zayyati” irá acumulando a lo largo de su vida muchos más apellidos, delatores de una procedencia o una experiencia. Sus días acabarán bajo el nombre de León el Africano.

Apenas tiene cinco años cuando parte exiliado de una Granada entregada por Boabdil tras nueve siglos de hegemonía musulmana en un territorio, Al Andalus, visto por muchos como un ejemplo de convivencia entre culturas. Haciendo memoria de los hechos fundamentales del año, cada capítulo corresponde a uno, y dada su escasa edad, trasmitiendo más bien aquello que sus mayores le contaron, nos narra sus inicios en la vida pero también los aconteceres de su familia y de su ciudad, Granada.

Una ciudad amada, que vive crisis internas, traiciones y el asedio de unos monarcas, “los católicos”, que con ella finalizarán la llamada reconquista, otros aseguran que más bien debería llamarse repoblación, iniciada siglos antes.

-No llores como mujer lo que no supiste defender como un hombre. Le increpará Fátima a su hijo Boabdil “ El desdichado” tras mirar Granada desde El suspiro del moro.

Entretanto una judía llorará cuando el mismo año en el Edicto de Granada se expulse a su pueblo de esas tierras o los obligue a convertirse. Y su padre protagonista de estos grandes hechos hará lo imposible por recuperar a su cristiana y a su hija y así poder partir con todos.

¿Valoramos la vida porque sabemos que la muerte es inevitable?, “si no fuera inevitable el hombre habría perdido toda su vida evitándola. No habría arriesgado nada”. Como el silencio da sentido a la la palabra, la enfermedad a la salud.

Hassan junto a su amigo Harúm nos lleva a través de opuestos al descubrimiento de una ciudad árabe en el S. XVI. Fez, una ciudad viva, de mercados y plazas mágicas, de baños, de inquietudes y conductas. De hechos reprobables y críticas a matrimonios apalabrados por interés, de truhanes salteadores de caminos, saltimbanquis, adivinas... De mentiras necesarias para no perder la esperanza, llaves de casas de Granada, de ése origen difícil de perder.

Grandes acontecimientos, sucesos que sí han pasado a la historia, nos enmarcan entre líneas nuestra aventura. Las pragmáticas de la pureza de sangre obligaban a convertirse a todos aquellos que hubieran sido bautizados. Las revueltas ante el incumplimiento de las Capitulaciones de Granada. Melilla amurallada por los castellanos. Tensiones entre Turcos y Persas que impiden mirar a la perdida Granada...“En toda guerra orden y desorden son cómplices”.

Allí, pequeñito, nuestro personaje nos introduce en colores, sonidos, pesares y alegrías, impotencia y orgullo en un contexto complejo al que a veces le ha faltado esta historia, de personajes más anónimos, más cercana a los sentimientos.


Hasan parte con su tío a una misión diplomática, en una caravana “de cerca una aldea, de lejos una comitiva”. Y logra así transportarnos a un mundo de contactos diplomáticos y comerciales entre gentes, alejadas, un mundo de especias, oro, tintes, alimentos, sal, tejidos, seres humanos... Un mundo de guerras en el que sean castellanos, portugueses, árabes... no es igual para los dirigentes que para los padres, madres hermanas, de los muertos. Un mundo doble en el que la riqueza alimenta la superstición, como a Hasan, dado que otorga la conciencia de que la “fortuna depende menos de los menos de los méritos que de la suerte” y la pobreza alimenta la sumisión, la dependencia, la entrega a la voluntad, divina o no.

El contacto con África negra nos lleva a lo mágico, al azar, a lo explicado de otros modos. Jali no baila para cruzar el río de Um Yunaiba, su honor no lo acepta, contrae las fiebres cuartanas, no regresará a Fez. Esa historia oculta, casi desconocida, las pocas fuentes al respecto, el orgullo de árabes y europeos, la explotación a la que se ha sometido a esa parte de nuestro planeta desde siempre, quizás son las que han contribuido a como en tantas otras cosas convertir África en lo “otro”.

Tombuctú, la ciudad de los 333 santos, la entrada al desierto del Sáhara, la ciudad prohibida para los no musulmanes, la ciudad de barro. Dicen que el primer europeo que entró fue Hasan, León el africano. El primero no musulmán fue Gordon Laing, escocés, en 1826, lo expulsaron, murió en el desierto.

Junto a esas travesías, la travesía de la vida misma transcurre en los años de Hasan, sus amores, su fortuna perdida igual que ganada, su familia. Azar, idas y venidas que lo llevan a Egipto.

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